ENTREVISTA A CARLOS PORRO DE LA FUNDACIÓN JOAQUÍN DÍAZ
Carlos Porro: “la tradición es un jardín que debe estar abierto al público y que debemos cuidar de forma ecológica”.
Hablamos con el etnógrafo de la Fundación Joaquín Díaz, que nos visitó con motivo de las III Jornadas Técnicas de Centros Culturales sobre Patrimonio Inmaterial. Carlos es responsable de un gran archivo sonoro que documenta siglos de cultura popular en Castilla León. Un experto comprometido con la tradición oral que aboga por su defensa a capa y espada.
Enclave Cultura: ¿Cuál es el objetivo del Geoportal de la Música y el Sonido Tradicional? ¿Qué tiempo ha llevado construirlo y qué recursos han sido necesarios para ello?
Carlos Porro: El Geoportal es una manifestación pública, a todos los niveles en Internet, de los fondos históricos, sonoros y documentales de la Fundación Joaquín Díaz. Es la manera más rápida y clara de interrelacionar todo ese fondo, compuesto por miles de horas de grabación y soportes fotográficos a partir de una geolocalización determinada de de Castilla y León.
Lo que hace es localizar todos los referentes de esa localidad a la que se ha hecho entrada. Referentes musicales, fotográficos, referencias bibliográficas, etc.
El proyecto se ha hecho a partir de un convenio con el Ministerio. Nosotros teníamos volcado una parte del archivo en mp3, que era el formato con el que trabajábamos a la hora de enviar las solicitudes que nos llegaban para pedir algún tipo de documento. No obstante no está todo el fondo volcado, hay una parte que está sin catalogar o sin digitalizar, que habría que añadir a los 22.000 archivos que se han volcado en la red.
EC: Una cuestión técnica. Por lo que hemos podido ver la solución que habéis encontrado para la gestión de los archivos es subirlos a Wikimedia para después referenciarlos en todos los sitios donde es necesario. Pero, ¿os habéis planteado el uso de algún repositorio de sonido para su gestión?
CP: La Fundación tiene acceso a todo su fondo, pero Wikimedia lo que ha hecho es atraerlo hacia el fondo de Wikipedia, que no deja de ser un fondo internacional, cómodo y de acceso más rápido que el geoportal, porque su red informática está muy desarrollada.
Ha sido relativamente cómodo, porque hemos tenido que adaptarlo a las ordenaciones de Wikimedia. Pensábamos que esa ordenación iba a llevar sobre un año, pero al final ha llevado mucho más tiempo que pudiera estar disponible en Wikimedia.
EC: ¿Por qué la geolocalización es tan relevante a la hora de hablar de patrimonio inmaterial a día de hoy?
CP: Porque es lo último que ha llegado a la Red, que muchas veces funciona según la moda. Seguramente dentro de un tiempo aparezca un modelo más rápido o más llamativo. Pero sobre todo es así porque hay un interés en la gente que viaja o que accede a Internet de conocer parte de su fondo local y cercano, que es un pueblo o una comarca. Posiblemente es el sistema más rápido a la hora de acercarte a toda esa referencia tuya o de tu entorno por la que sientes un especial atractivo.
EC: ¿Hacia dónde crees que vamos en el uso de la tecnología para documentar y hacer el patrimonio accesible a los ciudadanos?
CP: Hacia el poder ofertar de manera libre una serie de archivos que durante mucho tiempo han de estar encerrados, por ese concepto caduco de que el archivero es la persona que lo controlaba y dejaba muy sesgadamente consultar esas referencias. Lo que hacemos es facilitar una vía de conocimiento muy amplia y sobre todo gratuita.
EC: La Fundación Alan Lomax acaba de poner a disposición de los internautas un gran archivo de grabaciones folclóricas de todo el mundo bajo una licencia Creative Commons. ¿Crees que todos los esfuerzos de documentación del patrimonio deberían ser totalmente accesibles o defiendes algún tipo de restricción?
CP: Es muy difícil llevar a cabo la restricción, porque no sabes quién va a utilizar esos materiales y qué va a acabar haciendo con ese fondo. No puedes ofrecer unos materiales si y otros no. Luego está la responsabilidad de la persona que lo utiliza, según para qué lo vaya a emplear.
Siempre está el tema de los derechos de autor, por ejemplo, con piezas musicales de reconocida autoría, aunque al final es el propio cantante del medio rural el que ha hecho suya la versión.
EC: Cuando una fundación como la tuya lanza un contenido a Internet, de algún modo está retroalimentando la cultura popular: cualquier editor o creador puede coger una parte de ese contenido y crear una obra derivada.
CP: Para nosotros eso sería lo útil, nuestro fondo está pensado para ello. Sigue siendo válido, todo el material que tenemos, seguimos recopilándolo porque consideramos que tiene un valor actual fundamental.
A partir de ahí la cuestión es cómo se va a ir actualizando. Cómo se puede utilizar. Se trata de que un artista moderno pueda utilizar parte de ese archivo sonoro o una fotografía para sus composiciones. Que tenga una continuidad vital.
EC: Pero al mismo tiempo, la Fundación pierde el control de quién y para qué se va a utilizar ese material. Podría llegar el caso de que alguien creara una obra derivada que a las instituciones públicas no gustase. Se me ocurre el polémico ejemplo de Pony Bravo, que le puso la cara de Michael Jackson a la Virgen de la Macarena para anunciar sus conciertos.
CP: Claro, pero nosotros ya no tenemos ese control. Cualquier persona puede hacer una fotografía de la imagen de la Macarena y utilizara para lo que le parezca. Otra cosa es que se respeten los conductos cívicos y morales que obligan a comportarse a las personas de un modo determinado y que siempre han estado ahí.
Nosotros no podemos ejercer un control sobre algo en lo que nuestro interés es que salga a la luz y que se manifieste.
EC: Te propongo un ejercicio de prospección: independientemente de la tecnología que prime en ese momento, ¿qué clase de contenidos pondríamos en un mapa de la tradición oral dentro de cincuenta años?
CP: Todo lo que documentemos hoy lo vamos a poder consultar dentro de 50 años a través de mil formatos distintos en los que se está grabando ahora. Un archivo como el nuestro es único, no va a poder hacerse nunca más: el 90% de las grabaciones no se van a poder repetir jamás.
Todo el referente que puede usarse dentro de 50 años va a estar disponible en mil archivos digitales, periódicos digitales, youtube, etc. para poderlo recordar en cualquier momento. Mientras que nuestro fondo no sería posible si no hubiéramos hecho nuestra labor de documentación.
EC: ¿Crees que los memes de Internet forman parte de esos contenidos que merece la pena documentar para el futuro?
CP: Básicamente, el patrimonio lo decide la propia población: lo hace porque lo ha heredado, mantenido y conservado durante generaciones: pasamos del elemento popular al tradicional. Dentro de 50 años nadie se va a acordar de muchas de estas canciones, vídeos, músicos de Internet, etc.
Los podremos recuperar, porque están registrados en la Red, pero no van a ser elemento común de identificación del entorno, como siempre ha sido un romance que durante 700 años ha acompañado el trabajo en el campo o un elemento arquitectónico que ha acompañado el paisaje y definido el propio entorno.
Lo importante es que esos elementos sean populares y que se mantengan en el tiempo, que es lo que da el carácter de tradición a ese repertorio. Hay muchas piezas de siglos anteriores que fueron populares pero que no nos han llegado a nuestros días.
EC: Bryan Pijanowski, especialista en Ecología de los Paisajes Sonoros en la Universidad de Purdue en Indiana, ha creado una aplicación para móvil que permite la contribución masiva a su colección sonora con grabaciones de su entorno natural. ¿La idea del crowdsourcing podría aplicarse a la conservación del patrimonio cultural intangible?
CP: El problema es que no se puede establecer un criterio a priori para establecer quién tiene el conocimiento para utilizar estos medios tecnológicos. De este modo la información va a ser muy sesgada, las personas que estén a cargo de esa tecnología tienen un criterio personal y por tanto el material que te va a llegar va a ser muy subjetivo.
Acabamos de terminar un simposio sobre Paisaje Sonoro en Urueña, donde hemos discutido sobre soportes, formatos, etc. Lo que no se piensa nunca en el paisaje sonoro es la voz de las personas que participaron en él: el arriero que cantaba por las calles o la persona que estaba trillando con las mulas.
Realmente, el paisaje sonoro del archivo de la Fundación Joaquín Díaz es ese también. El paisaje sonoro no deja de ser un elemento patrimonial, vinculado un poco al tema del elemento cultural, pero no solamente el paisaje que podemos oír ahora, porque realmente está muy sesgado con respecto al que fue en realidad.
EC: ¿Cuál es tu opinión como etnógrafo de la riqueza del patrimonio oral de Murcia?
CP: Desde Murcia nos llegan tres grandes formatos de tradición a la Fundación: el elemento fundamental del patrimonio sonoro de los Auroros, de las Cuadrillas y todo el volumen folclórico que genera el tema de la huerta, los bandos y la participación ciudadana, que no se da en otros muchos municipios españoles.
Puedes tener un fondo documental importantísimo en lugares como Ávila, pero no hay un fondo humano que participe activamente de ello. Como puede ser el caso del Bando de la Huerta o la ofrenda de flores a la Virgen del Pilar, donde salen 50.000 personas vestidas de aragoneses.
Pero lo que no nos llega es la idea que nosotros intentamos manifestar de la creación de un centro documental donde quede registrado todo ese soporte llevado por especialistas, etnógrafos, documentalistas, etc.
El tema de la vitalidad es fundamental, se haga de una forma más documentada o más popular, pero es lo que hace que tú sigas identificándote con tu entorno.
EC: ¿A qué te refieres cuando hablas de vitalidad?
CP: La tradición es como un jardín, que hoy está casi cercado por el mundo moderno, por los condicionantes sociales y económicos que hacen de ese jardín un reducto que hay que cuidar y preservar de una manera ecológica.
Se deben limpiar los contenidos para que la gente siga disfrutándolos como algo cercano. La tradición debe de ser un jardín abierto al público y debe estar cuidado, no se puede cerrar y poner en un altar para su admiración. Como cualquier ecosistema es muy delicado, y vivimos en un mundo de globalización y contaminación que puede dar al traste con elementos que durante cientos de años han funcionado de manera natural.
Entrevista realizada por Carlos Albaladejo.