LOS OJOS DEL CAMPANARIO

Compartir y comentar fotografías antiguas constituye una de las iniciativas más motivadoras e ilustrativas de cuantas se pueden poner en marcha a la hora de recuperar la memoria de un lugar y de sus moradores. En el taller de patrimonio del Centro Cultural de Puente Tocinos abrimos esta línea de trabajo ya durante el curso pasado y la hemos continuado durante el 2017/18, complementando con decenas de imágenes los múltiples relatos y viejas historias que fluyen en nuestras sesiones. Cualquier imagen, contemplada con perspectiva temporal y trascendiendo de lo puramente emocional o particular, puede convertirse en un medio maravilloso a la hora de desentrañar esencias que construyen ese pasado común que tanto nos interesa.
Cuando esas fotos muestran además un paisaje o un rincón urbano reconocible de nuestro pueblo, tenemos la oportunidad de poder comparar y valorar de forma crítica la evolución del lugar que habitamos: cómo han variado las edificaciones, el impacto del progreso sobre el entorno, la desaparición de construcciones singulares, los cambios de uso y de formas de vida, la aparición de nuevas infraestructuras y servicios… Y tratándose en nuestro caso de un núcleo de origen puramente rural pero tan próximo a la ciudad, la transformación manifestada en Puente Tocinos a lo largo del último siglo podría calificarse de abrumadora.
Las torres de las iglesias, prácticamente los únicos miradores elevados que podían encontrar nuestros antepasados en un entorno huertano y llano como el que nos enmarca, siguen estando allí donde fueron erigidas y se mantienen como hitos arquitectónicos inmutables. Los pueblos han ido creciendo a su sombra y en nuestro caso, por suerte, contamos con un testimonio gráfico que lo ilustra de forma magnífica. A nuestro archivo llegó una colección de fotografías realizadas a los cuatro vientos desde lo alto del campanario de la parroquia del Rosario, panorámicas que muestran cómo era Puente Tocinos hace cincuenta años. A esas mismas balconadas nos hemos asomado los participantes del taller para tratar de inmortalizar dichos encuadres pero a día de hoy… Comparar ambas perspectivas resulta un ejercicio tremendamente interesante para cualquiera que conozca Puente Tocinos, por lo que hemos querido compartir estos juegos de fotografías tan ilustrativos. Se trata de buscar lo que había, de encontrar lo que queda. Repasar cada detalle y dejar que fluyan las sensaciones ante lo cambiante.

 

Ojos del campanario 1 bis

Ojos del campanario 2 bis

Vista del pueblo hacia poniente. En el horizonte de ambas fotografías encontramos como referencia la esbelta torre de la catedral, compitiendo hoy con los modernos rascacielos de la ciudad. Contemplamos a nuestros pies un pueblo en el que la uniformidad de las típicas casas de una planta y cubiertas de teja plana ha sido sustituida por una amalgama de edificios de varias alturas. A la derecha, la C/ Federico García Lorca.

 

Ojos del campanario 3 bis

Ojos del campanario 4 bis

Vista hacia el norte. La referencia visual en la lejanía es el histórico cerro de Monteagudo y, en primer término, las construcciones que enfilan la C/ Mayor. Tras la hilera de viviendas que se aprecian en la fotografía antigua, se contemplan casas dispersas por la huerta entre las cuáles se distingue la de Pepe Alarcón en el Carril de la Ermita Vieja: caserón señorial junto al que se encontraba el primitivo templo dedicado a la Virgen del Rosario.

 

 

Ojos del campanario 5 bis

Ojos del campanario 6 bis

Panorámica hacia el sureste. En la fotografía antigua, en mitad de la huerta vemos con claridad la Torre de Ayllón (o del Reloj), quedando oculta por las nuevas construcciones en la imagen actual. Sólo adivinamos la referencia visual de las esbeltas palmeras asomando entre los edificios. Y al fondo, el marco inmutable de la sierra del Miravete.

 

 

Ojos del campanario 7 bis

Ojos del campanario 8 bis

Vista hacia la C/ Rosario, esquina con la C/ Federico García Lorca. Tejados y edificios que han permanecido, mientras que otros fueron sustituidos. En la imagen antigua vemos también un carro orillado junto a las casas… símbolo de otro cambio, del paso de la vida rural a la industrial y de la prisa que protagoniza el tránsito de vehículos que hoy, como antaño, atraviesa nuestro pueblo.

Deja tu comentario